sábado, 24 de noviembre de 2007

Escribidores


Existen dos formas de escribir, la primera es hacerlo sobre lo que se conoce bien y la segunda es inventándolo. Cada uno de estos dos tipos de escritura, en la mayoría de las ocasiones, se mezclan para facilitar el acceso al lector. Sin embargo, cada día más, existe un tipo de obras que no deberían dejarse llevar por esta técnica y lo hacen. Ensayos, textos periodísticos, narraciones sobre historia... se dejan seducir por el lado oscuro de la ficción con una finalidad meramente manipuladora.

Recuerdo que mi profesor de noticiarios nos decía que a la hora de reducir una noticia que surgiera de un teletipo debíamos empezar por suprimir los adjetivos. Se suponía que las noticias que llegaban de agencia eran noticias en estado puro y no tenían adjetivos, así que la pregunta estaba servida... ¿Se puede ser imparcial?


Existen dos formas de escribir... la primera es reconociendo tu parcialidad e intentándola compensar de la mejor manera posible y cuestionándote cada palabra mediante un razonamiento eficaz y la segunda, sucumbiendo plenamente a tus instintos básicos de convencer al mundo de que todo es de ese extraño color de tus gafas. Parecerá rastrero, pero si quieres ser periodista, hoy en día, te va a ser muy difícil encontrar reconocimiento y trabajo siguiendo el primer camino, en cuanto al segundo, procura que tus gafas tengan un color similar al de tu editor. Claro, que siempre queda la posibilidad de inventar el entorno de la noticia y poner unos adjetivos mercenarios al servicio del que paga. En cualquier caso, lo que está claro, es que la primera forma de escribir no te va abrir ninguna puerta.


Existen dos formas de escribir... creyéndote lo que escribes o haciéndolo para que lo crean otros.



Existen dos formas de leer: con los ojos abiertos y con los ojos cerrados.

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